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Entorno Natural PROYECTO GRAN SIMIO (PGS) ÚLTIMAS NOTICIAS DICIEMBRE 2014: CAMPAÑA LANZADA POR SURVIVAL "NO HAY PARQUES SIN PUEBLOS"

15/diciembre/2014.- Proyecto Gran Simio se une a la Campaña lanzada a nivel internacional por la Organización Survival, que lucha por los derechos de los pueblos indígenas, denominada "No hay Parques sin Pueblos". Desde el primer momento, PGS ha luchado por la conservación del hábitat de los grandes simios, los homínidos no humanos y por el respeto a los pueblos nativos que conviven en paz con la biodiversidad de sus ecosistemas.

Proyecto Gran Simio ve un error y un genocidio consentido, la expulsión de sus propias tierras a pueblos enteros que han vivido desde siempre en zonas vírgenes, para declarar el lugar como Parque Nacional o de interés especial para la construcción de megaproyectos que en nada beneficia a las poblaciones locales.

Los defensores medioambientales que somos todos los que luchamos por salvaguardar todos los ecosistemas de la Tierra, debemos ser conscientes que también las Comunidades Indígenas son parte de esos ecosistemas que hay que proteger, por lo tanto se les debe proteger a ellos igualmente, denunciando el destierro obligado al que les obliga sus gobiernos como disculpa a una declaración de Parque nacional o por otro motivo de interés del estado.

Los pueblos Indígenas son los veladores de las selvas, guardianes desde hace miles de años de la riqueza de su tierra y nadie, en nombre del medio ambiente, puede expulsarles de su lugar de origen, pues sin duda se les lleva a la muerte y al olvido, prohibiéndoles cazar y condenándolos a una muerte lenta pero segura, de hambre, de soledad y de violaciones de sus derechos humanos.

Por todo ello, Proyecto Gran Simio se une a Survival en esta campaña, donde lo ilógico y antinatural es desahuciar a todo un pueblo, en nombre de la Defensa de la Tierra.

Los Pigmeos en la República democrática del Congo, fueron expulsados de sus tierras al ser declaradas como Parque Nacional de Virunga y Patrimonio de la Humanidad. Ahora mueren en silencio en las fronteras de este Parque y muchos de ellos son acusados de cazadores furtivos por obtener su comida dentro del Parque, de su propia Tierra. Mientras, su propio gobierno, la Comunidad Internacional y Organizaciones de medio Ambiente, miran hacia otro lado ignorando el sufrimiento de estos pueblos que estaban allí antes de que existieran gobiernos o fronteras.

Survival ha realizado un cuestionario de información que abajo copiamos y del que apoyamos en todas sus afirmaciones.

Pedro Pozas Terrados

Director Ejecutivo

(GAP/PGS-España)

El trabajo de Survival para cambiar la conservación

Desde su origen, la “conservación” se ha posicionado en contra de los pueblos indígenas y tribales, principalmente mediante la usurpación de sus tierras y la prohibición de sus actividades de subsistencia. Esto ha incluido evitar que los habitantes locales cazaran para obtener alimento, con el fin de conservar los animales como presas deportivas o para cazadores de trofeos.

Muchas organizaciones conservacionistas han adoptado ahora, sobre papel, políticas “amigables con los indígenas”, pero rara vez reflejan la realidad sobre terreno donde la conservación continúa siendo responsable de serias violaciones de derechos humanos. Las vidas y las tierras de los pueblos indígenas siguen siendo destruidas por la industria de la conservación, el turismo y las grandes empresas.

Estamos combatiendo estos abusos. Sabemos que los pueblos indígenas y tribales cuidan el medioambiente mejor que nadie. Nos estamos embarcando en un proyecto muy ambicioso para presionar a los conservacionistas a acatar, finalmente, las normas internacionales sobre derechos humanos y pueblos indígenas. Creemos que, de conseguirlo, las asociaciones que se generen a partir de este logro catalizarán eventualmente el más significativo salto adelante dado en la historia para una protección medioambiental genuina.

En su forma actual la “conservación”, con frecuencia, no funciona: está fallando a la hora de salvar muchos entornos y está causando daño a las personas. La clave de este fracaso está en que la benevolente imagen con la que se presenta ante la población de los países industrializados dista mucho de cómo se la percibe sobre terreno: localmente se la suele considerar como otra forma de colonialismo que obtiene beneficios del robo de tierras, del turismo invasivo (comercializado bajo etiquetas “eco”), de la caza de trofeos, de la producción de biocombustibles e, incluso, de la tala y de la minería.

A continuación damos respuesta a algunas preguntas frecuentes.

¿En qué zonas específicas estáis trabajando?

Para comenzar, con los “pigmeos” bakas en Camerún, quienes sufren abusos rutinarios y graves por parte de los guardabosques que dependen del apoyo económico de WWF; además en las reservas para tigres de la India, que son utilizadas como tapadera del despojo territorial y la tala; y también con los bosquimanos en Botsuana, que son forzados a salir de sus tierras para, supuestamente, preservar a los animales de caza (aunque esto no ha sido impedimento para la apertura de una mina de diamantes en su territorio); y de forma más general, con la historia real de sufrimiento que la creación de parques nacionales ha inflingido a los pueblos indígenas y tribales.

¿No es necesario que haya zonas de conservación para preservar las tierras vírgenes?

De manera constante se afirma que las tierras que habitan los pueblos indígenas y tribales son vírgenes, pero esto es erróneo. Prácticamente todas las zonas de conservación son, de hecho, las tierras ancestrales de pueblos indígenas, quienes han dependido de ellas, modelado su paisaje, gestionado y controlado durante miles de años. Solo ahora están empezando a conocerse muchos de los beneficios obtenidos por esta “configuración de las tierras”. Por ejemplo: la quema deliberada y regular de matorrales por los aborígenes australianos incrementaba la biodiversidad y detenía los peligrosos y devastadores incendios que ahora asolan con frecuencia el país. Lejos de haber estado desprovistas de influencia humana, las zonas “vírgenes” más famosas del planeta, como Yosemite, Yellowstone y el Serengueti, fueron el hogar de pueblos indígenas, a quienes se expulsó violentamente de sus tierras cuando estas fueron convertidas en parques nacionales orientados al turismo de masas y los negocios del sector.

Pero al menos, estas áreas se encuentran ahora protegidas, ¿no es así?

Evitar determinadas actividades humanas en algunas zonas es normal, y proclive a contar con el apoyo de los pueblos indígenas y tribales. Sin embargo, en muchas áreas de conservación, la aparente “virginidad” es parcialmente un escenario donde también se perforan pozos de agua en las proximidades de los hoteles para atraer presas de caza y donde la tierra es deforestada para crear panoramas turísticos, construir vallado, carreteras, hoteles, campamentos, pistas de aterrizaje, centros de estudio, aparcamientos, etc. En este sentido, las mismas voces que afirman que la tierra debe permanecer “intacta” pueden cambiarla más que nunca. Muchos parques nacionales actuales no son áreas vacías, cercadas a la invasión, sino que son diseñados por los conservacionistas con una imagen específica, y a menudo ven más actividad humana de la que han tenido nunca.

Pero el conservacionismo ha evitado la extinción de especies, ¿no es esto algo positivo?

¡Por supuesto! La masiva caza mayor promovida por los colonizadores europeos en la India y África está ahora más controlada (aunque las concesiones de caza todavía se siguen vendiendo con regularidad). Sin embargo, las mismas especies que se encontraban amenazadas hace una generación, lo siguen estando en la actualidad. WWF afirma que la Tierra ha perdido la mitad de su fauna salvaje en los últimos 50 años. La conservación, sencillamente, no está funcionando, y esto se debe en parte a que aliena a los habitantes locales. No será efectiva hasta que ponga a estos de su lado, y no puede dar este paso mientras siga siendo responsable de abusos contra ellos.

¿Qué piensan los indígenas de la conservación?

Survival no habla en representación de los pueblos indígenas, pero es evidente que algunos la ven ahora como el mayor de los problemas que afrontan. Algunos son contratados por ella, por lo general, en los niveles de más baja cualificación (como por ejemplo protagonizando shows para turistas, trabajando como sirvientes en campamentos y hoteles turísticos y otros trabajos precarios del estilo). Otros se encuentran intimidados por la conservación y unos pocos obtienen beneficio de ella.

¿Cuál es la evidencia de que las organizaciones conservacionistas están implicadas en la caza de trofeos?

La evolución de las ideas conservacionistas en el siglo XIX y los albores del siglo XX estuvieron intrínsecamente vinculadas a la caza de trofeos. Todavía hoy la conservación saca partido económico de ella. WWF la denomina como una “herramienta legítima”, un “incentivo” de la conservación, e incluso como la mejor opción disponible en determinadas situaciones. Esta organización ha apoyado la zonificación en Camerún que incluye concesiones de caza. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la mayor organización medioambiental del mundo, apoyó una subasta para la caza de rinocerontes afirmando que “la caza de trofeos es un pilar fundamental para el enfoque conservacionista de Namibia y un instrumento para su éxito”. Varios líderes conservacionistas, como el saliente rey de España Juan Carlos I (también expresidente honorífico de WWF España), el duque de Edimburgo (expresidente de WWF Internacional) y su nieto, el príncipe Enrique de Inglaterra (embajador de United for Wildlife), han participado en la caza de trofeos. El punto de vista de que estos cazadores desarrollan el mejor de los conserva-cionismos ha estado extendido durante largo tiempo. Mientras tanto, los cazadores tribales son acusados de “caza furtiva” porque cazan para alimentarse. Y se enfrentan a arrestos y palizas, tortura y muerte, mientras se fomenta la caza mayor entre los que pagan por ella.

¿No son algunos indígenas culpables de caza furtiva ilegal o de ayudar a furtivos “organizados”?

Quizás en algunos lugares, pero es importante comprender el contexto de fondo y los antecedentes. El primer acto ilegal es el de aquellos gobiernos y organizaciones conservacionistas que roban las tierras indígenas y les prohíben sus actividades de subsistencia. El segundo es la persecución de los pueblos indígenas por quienes están decididos a mantenerlos fuera. Con sus medios de supervivencia erosionados, no resulta sorprendente que los indígenas desesperados puedan ser reclutados por furtivos “organizados”. Sin embargo, también es cierto que esta acusación pudiera haber sido fabricada y utilizada por los gobernantes y medioambientalistas para justificar sus propias acciones ilegales (como es evidente que sucede en Botsuana).

¿No resultaría complejo y costoso involucrar a los pueblos indígenas de forma justa y adecuada a los proyectos de conservación en sus tierras?

Hay cientos, quizá incluso miles, de organizaciones que afirman trabajar por el medioambiente. Cada 24 horas Conservación Internacional recibe 290.000 dólares estadounidenses, la UICN mueve 320.000, WWF, 2 millones de dólares y The Nature Conservancy, 2,6 millones: difícilmente puede decirse que haya escasez de recursos. Si estos fondos se destinaran adecuadamente, en colaboración real e igualitaria con los pueblos indígenas, muy posiblemente estos últimos probarían ser más eficientes y mejores guardianes de sus propias tierras que nadie. La evidencia demuestra que el camino más económico, con diferencia, para proteger los entornos consiste en garantizar el control de los pueblos indígenas sobre sus propias tierras, sobre las que ellos tienen infinitamente mayor conocimiento que nadie.

¿No están ignorando las complejas realidades de desequilibrios de poder y racismo que operan en contra de los pueblos indígenas en las zonas de conservación?

No, las reconocemos completamente: de hecho tratamos de cambiarlas. Con demasiada frecuencia las organizaciones conservacionistas las aceptan, e incluso refuerzan, o diseñan proyectos ineficaces que no hacen más que intentar mitigar sus efectos.

Sus críticas a la conservación han sido denunciadas como una argucia para recaudar fondos. ¿Es cierto esto?

No. Probablemente muchos de nuestros simpatizantes se consideran a sí mismos conservacionistas por naturaleza. Precisamente por exponer los fallos de la conservación estamos preparados para perder apoyos y para ser duramente atacados por organizaciones conservacionistas muy poderosas, así como por sus socios de negocios. Las primeras incluyen a algunas de las “marcas” que cuentan con mayor confianza en el mundo, y sabemos que será difícil convencer al público de que necesitan cambiar. A ello se suma que las críticas de estas organizaciones, que a menudo se querellan legalmente cuando se sienten amenazadas, rara vez obtienen cobertura mediática. Estamos asumiendo una tarea difícil, pero absolutamente necesaria.

¿Cómo podéis afirmar que los pueblos indígenas y tribales son los mejores conservacionistas?

Survival ha sido muy cauta a la hora de hacer esta afirmación tras considerar detenidamente las evidencias, buena parte de las cuales solo han podido conocerse recientemente. Entre estas encontramos: imágenes satelitales de la Amazonia y otras zonas que muestran claramente cómo las áreas indígenas siguen siendo las más frondosas; datos sobre la población de la fauna del Kalahari que prueban que los bosquimanos no cazan de forma exacerbada, como se venía afirmando; estudios de los efectos de las técnicas indígenas de quema regular de maleza, agricultura itinerante y actividades de caza y recolección que aumentan la biodiversidad; estudios del impacto destructivo de especies invasivas, que pueden incrementarse cuando los pueblos indígenas son expulsados de sus tierras; las investigaciones en Rapa Nui (la isla de Pascua), que muestran que las ideas previas sobre su deforestación posiblemente sean equivocadas; la población de tigres, que puede tener mayor densidad cuando los pueblos indígenas no han sido expulsados de los territorios que comparten; y los incontables testimonios de los propios pueblos indígenas y tribales.

¿Qué piensan otras organizaciones?

Incluso los informes de organizaciones que han sido responsables de la expulsión de pueblos indígenas corroboran actualmente este punto de vista. El Banco Mundial ha sido una de las mayores fuerzas destructivas durante la pasada generación, pese a que uno de sus estudios muestra menor deforestación allá donde habitan pueblos indígenas; WWF afirma que el 80% de las “eco-regiones” más ricas son el hogar de pueblos indígenas, lo que “testifica la eficacia de los sistemas de gestión de recursos de los indígenas”.

¿No forma todo esto parte de la idea del “buen salvaje”?

No. Es lo que demuestran las evidencias. No hay ninguna duda de que los pueblos indígenas tienen una conexión con la “naturaleza” más profunda que la sociedad industrializada. El entorno que los rodea no es solamente su hogar, sino que también les proporciona materiales de construcción, alimento, medicina, vestimenta y todo lo que sus familias necesitan para prosperar. Sus modos de vida son enormemente autosuficientes y dependen de su tierra para casi todo: es su refugio, su supermercado, su templo y su hospital. Su salud, prosperidad y supervivencia, más que la de nadie, dependen de su entorno, lo que los convierte en los mejores conservacionistas y guardianes del mundo natural. Estos son los hechos que la sociedad industrializada ha despreciado durante generaciones al grito de “nobles salvajes”.

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